Historia de una sopa de betabel


Todos sabemos que necesitamos agregar más vegetales a nuestra dieta. ¡Agregar fibra todos los días es imprescindible! Si sientes que no tienes mucha creatividad o no te tomas el tiempo para crear algo nuevo, el comer vegetales a veces puede ser aburrido. Pero recuerda, ¡crear algo nuevo lleva tiempo! Cuando las cosas no salen como esperabas, puede ser muy frustrante y desalentador. Creo que todos hemos estado allí, ¿no? Justo así es como comenzó mi historia de sopa de betabel.

 

Un día, mi esposo estaba en el supermercado comprando algunas cosas para la cena, y luego se me ocurrió hacer una nueva sopa. Una sopa que una vez probé en un restaurante. No sabía cómo prepararla, pero pensé: “No debería ser demasiado difícil encontrar la receta en línea”. Así que busqué y encontré algunas recetas, pero ninguna de ellas parecía tener todos los ingredientes que quería incluir en la sopa, o cualquiera de los ingredientes que supuse que estaban en la sopa de betabel que había probado en el restaurante.

 

Mi esposo regresó con un betabel orgánico. Lo vi, pero en ese momento, no tuve tiempo de preparar la sopa, así que lo guardé. Se veía un poco diferente, sin embargo, he aprendido que en Europa hay zanahorias anaranjadas, pero también zanahorias amarillas, marrones y moradas. Así que no pregunté cómo se veía este betabel, que tenía algunas partes blancas y rojas. Parecía un betabel, así que no pensé demasiado en eso.

 

Al día siguiente supe que tenía tiempo para preparar la sopa, así que mientras hacía la comida para los niños, saqué mis notas y descubrí que el betabel que tenía no era suficiente para la receta. Decidí echar algunas zanahorias a la mezcla y agregué crema de coco y jengibre.


La sopa tardó más en cocinarse, mucho más que las sopas habituales que preparo. Los niños comieron y esperé pacientemente a que terminara mi deliciosa sopa. Una vez hecho esto, me alegré al pensar en probar ese sabor terroso y dulce en mi boca que una vez disfruté tanto en el restaurante.

 

Tomé el tazón y serví la sopa. El color no era lo que esperaba. “Deben haber sido las zanahorias”, pensé. Luego tomé la primera cuchara. El sabor no era lo que recordaba. Debo haber agregado demasiado jengibre. Tomé la segunda cuchara, tenía un sabor bastante agrio, que de nuevo, no era lo que tenía en mente.

 

Después de unas cucharadas, decidí que ya no iba a comer. Estaba decepcionada, triste y sorprendida a la vez. ¿Qué hice mal? ¿Fue la crema de coco, habrá caducado? ¿Era el jengibre? El jengibre no es agrio…

 

Pasaron unos días y estaba en el super. Pensé que no debería desanimarme después de esa experiencia, así que decidí intentarlo de nuevo. Esta vez compré una lata nueva de crema de coco, solo para asegurarme de que no hubiera expirado y compré jengibre fresco, en caso de que el que tenía en la casa también estuviera viejo. También compré 3 betabeles medianos.

 

Hice la sopa otra vez. Esta vez, mis expectativas no eran demasiado altas. Pacientemente esperé hasta que la sopa estuviera lista. Vertí un poco de la sopa en mi bowl favorito y me senté muy escéptica a comer. La sopa se veía roja esta vez, y el olor era riquísimo.

 

Tomé mi primera cucharada, luego la segunda y luego la tercera: ¡no pude parar! La única vez que paré fue cuando no me quedaban cucharadas para tomar y mi tazón estaba limpio. La sopa estaba deliciosa, mucho mejor de lo que había imaginado. ¡Fue más que perfecta!

 

Unos días más tarde fui al mismo supermercado al que fue mi esposo, la noche en que compró ese betabel orgánico. Estaba en el área de verduras y adivina lo que vi: el mismo betabel que compró mi querido esposo. Solo que no se llamaba betabel.

 

Lo que compró fue un nabo, el cual es un vegetal bastante agrio. Se veía exactamente como un betabel, con partes blancas colgando. No podía parar de reír. Me dio un poco de frustración haber desperdiciado una verdura tan cara en una sopa imposible.

 

Cuando mi esposo llegó a casa ese día, probó mi sopa de betabel y no pudo dejar de comerla. Seguía diciendo lo deliciosa que estaba. Solo le sonreí y pensé: “si supieras la historia” … No se la he contado hasta hoy, así que supongo que lo descubrirá cuando la lea aquí.

 

Y ahora te comparto la receta! 

Ingredientes

  • 1 cebolla encurtida
  • 1 diente de ajo encurtido partido por la mitad
  • 60 g de aceite de coco
  • 300-500 g de betabel en cuadros grandes
  • 600 ml de caldo de pollo o de verduras
  • 100 ml de leche de coco
  • Sal al gusto
  • Pimienta cayena al gusto

Instrucciones 

  1. Pica la cebolla y el ajo
  2. Agrega el aceite de coco, la cebolla y el ajo a un sartén caliente y saltea por 5 minutos
  3. Licúa la cebolla y el ajo salteados junto con el betabel
  4. En una olla añade el caldo de pollo, el betabel licuado y la pimienta de cayena
  5. Cocina a fuego medio durante 30 minutos
  6. Añade la leche de coco a la olla y mezcla por 1 minuto.
  7. Agrega sal al gusto.

 

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